domingo, 11 de octubre de 2009

J.B Watson ...¡Que viene el "coco" y te comerá!

Corrían los años veinte cuando uno de los psicólogos más destacados de la época, John Broadus Watson (1878-1958), fundador de la escuela conductista inaugurada en 1913, decidió que ya iba siendo hora de demostrarle al mundo cómo los principios del condicionamiento clásico eran aplicables a la reacción de miedo. Así, y partiendo de la idea de que la Psicología debía centrarse en el estudio de la conducta observable y en la relación E-R únicamente, le propuso a su colaboradora Rosalie Rayner iniciar un experimento sobre la conducta emocional.
Miedo, Rabia y Amor
Watson creía que estas tres emociones - miedo, rabia y amor - eran las elementales, a partir de las que se construyen todas las demás, y que estaban provocadas por estímulos ambientales. Una postura radicalmente ambientalista con la que pretende dar un sentido utilitario a la Psicología, sin dar importancia a la influencia de factores hereditarios.
Eligieron pues, a un bebé de unos 11 meses que pasó a la historia conocido como "El pequeño Albert" para llevar a cabo su experimento, que consistía en provocar una reacción emocional de miedo en el pequeño ante una rata blanca ante la cual, inicialmente, no mostraba ninguna reacción de temor. En el siguiente vídeo podemos ver en qué consistió el experimento:
Albert, que en algún momento dejó de ser "el pequeño", no volvió a dar señales de vida. De hecho, la última fase del experimento, el descondicionamiento, nunca se llevó a cabo, pues tuvieron que rescatarlo de manos de Watson y Rayner antes de que finalizase el proceso previsto.
Impacto psicológico e Implicaciones Éticas

Respecto al impacto psicológico de dicho experimento, podríamos suponer que Albert, tras varias visitas al psiquiátrico, ha acabado encerrándose en una habitación a lo hikikomori. Quizá durante su infancia la madre (si es que luego se dió cuenta de la gravedad de los hechos) avisó a la guardería que su niño tenía terminantemente prohibido ver Alicia en el país de las maravillas, por recomendaciones de su médico.

Quizá ya más tarde, en su adolescencia, fue incapaz de mantener relaciones sociales "normalizadas" (en especial con albinos, peludos y mujeres que no acostumbran a depilarse) y reparó en que esto no era vida! Así que movido por la "locura", fue en busca de Watson para tomar represalias. Tal vez lo encontrase, tal vez no. En el primer supuesto, Watson ya casado con Rayner (con la que tuvo dos hijos...una familia ejemplar), pensó que lo mejor para quitarse al niño de encima sería darle una buena cantidad de dinero y olvidar el tema (E-R...).

No sabemos qué pasó...y probablemente nunca lo sepamos...Lo que sí es cierto, es que las contribuciones de Watson a la Psicología Científica fueron muy importantes. ¿A qué precio? De esta cuestión y otras implicaciones hablaré en los próximos posts. Pero tal y como dijo el psicólogo francés Gustavo LeBon (1841-1931):

"La ciencia nos ha prometido la verdad, pero nunca nos ha prometido ni la paz ni la felicidad."

1 comentario:

  1. Magnífica ressenya, Navid!
    I el punt de sentit de l'humor acompanyant la reflexió crítica sobre el coneixement científic no té preu!
    Estaré al cas dels propers posts!

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